A la sombra de Brahms II

Si el nombre de Heinrich Picot de Peccaduc, barón de Herzogenberg sonaba imponente, todavía más bombástico es el de Heinrich XXIV, Prinz Reuß zu Köstritz (1855-1910), al que en adelante citaremos, por aquello de abreviar, como Heinrich Reuss. Perteneciente a la línea menor de una noble familia alemana, pese a finalizar la carrera de Derecho decidió dedicarse por completo a la composición.

Heinrich XXIV. Prinz Reuß zu Köstritz
Heinrich XXIV. Prinz Reuß zu Köstritz

Alumno de Herzogenberg en Leipzig, fue introducido por éste en el círculo de su admirado Brahms, quien aunque nunca le dio instrucción formal sí accedió a examinar, revisar y discutir algunas de sus obras. De los consejos recibidos por Brahms señalaría que «a menudo me enseñó más en diez minutos que Herzogenberg en meses».
De los compositores que mencionamos en estas dos entradas es probablemente el más olvidado de todos, pese a que en su día tuvo un cierto reconocimiento en medios académicos. De hecho, hoy es prácticamente imposible escuchar nada de su música pese a dejar escritas seis sinfonías y un grupo de obras de música de cámara que incluyen 5 cuartetos, un quinteto con dos violas, un quinteto con piano y dos sextetos. Entre su producción camerística se encuentra una amable sonata para viola y piano op.22 que podéis escuchar en la página de enlaces AQUÍ

Si Heinrich Reuss puede ser el menos dotado de estos compositores, Robert Fuchs (1847-1927) estaría justo en el extremo opuesto. Fuchs fue profesor en el Conservatorio de Viena entre 1875 y 1912, y por sus clases pasaron compositores tan importantes como Mahler, Wolf, Sibelius, Zemlinsky, Korngold o Shreker. Como compositor llegó a ser muy conocido principalmente por sus cinco serenatas, género ligero y de moda en la época (las tres primeras solo para cuerda y la cuarta y quinta con el añadido de vientos) lo que le valió el sobrenombre de «Serenaden-Fuchs» (zorro de las serenatas en la traducción del juego de palabras). Pese a que dejó tres sinfonías y dos poco exitosas óperas, su campo principal de composición fue el de la música de cámara, nunca el más idóneo para cosechar una sólida fama. Por otro lado, al igual que Kiel, tenía una personalidad humilde y reservada, y hizo poco por promocionar su música, prefiriendo llevar una vida tranquila en Viena y rechazando incluso organizar conciertos de sus obras fuera de la ciudad cuando se le presentó la oportunidad.

Sentía verdadera devoción por Brahms, de quien decía que «si a mi no me gustase alguna composición de Brahms la culpa sería mía, no de la composición». Pronto comenzó a formar parte de su círculo más íntimo, a quien solía acompañar en sus largos paseos matutinos. Brahms demostró su sincera admiración hacia el inteligente y sensible Fuchs dedicándole, cosa poco habitual en él, firmes elogios y utilizando su influencia para que su obra fuera publicada por su propio editor, Simrock, o Peters y escuchada y apoyada por el círculo de Clara Schumann. Escribía, por ejemplo entre otros muchos halagos: «Fuchs es un músico espléndido, todo es tan refinado y tan bien elaborado, creado con tanto encanto, que siempre es un placer». No obstante, Brahms era consciente de las carencias de Fuchs, y así escribía: «Fuchs nunca es profundo; en las sinfonías sugiere alguna cosa más profunda de vez en cuando. Pero es tan encantador con sus limitaciones…» Sin embargo, más adelante cuando el crítico Max Kallbeck incidió en el mismo aspecto, diciendo que el espíritu y el trabajo de una de sus sinfonías era ciertamente admirable, pero que no sentía que las ideas fuesen suficientemente robustas para una sinfonía, Brahms, enfadado, contestó: «Cómo? No siempre se necesita algo construido de forma tan masiva y pesada con su Ratatatá (cantando el inicio de la 5ª sinfonía de Beethoven). Otros con un carácter más delicado también quieren vivir. ¿ Acaso tiene algo que decir en contra de la sinfonía en re menor de Schumann?. Hay muchas habitaciones en la casa del Padre».

Con la muerte de Brahms en 1897 pareció cerrarse una época, y aquellos de sus seguidores que le sobrevivieron (y Fuchs lo hizo en 30 años) se convirtieron progresivamente en reliquias vivientes para las nuevas generaciones y cayeron en un rápido e inexorable olvido. Su segunda sinfonía, que recibió tantos halagos de Brahms, y que tuvo una entusiasta recepción en su estreno, solo volvió a ser interpretada una vez más durante su vida. «Una obra compuesta con gran esfuerzo durante semanas está condenada a la muerte del silencio eterno…», escribía Fuchs.

fuchs
Robert Fuchs en 1926

En 1916, hubo una petición a la revista dedicada a las Bellas Artes «Austrian Illustrierten Zeitung» que solicitaba un artículo que celebrase el 70 cumpleaños de Fuchs. La respuesta es significativa: «Lamentamos profundamente no poder atender su solicitud fechada el 14 de noviembre, ya que no tenemos el honor de conocer al Sr. Fuchs cuyo 70 cumpleaños debería ser celebrado en texto e imágenes en el ‘Austrian Illustrierten Zeitung’. También nos gustaría señalar que, de acuerdo con Lehmann, hay muchos Robert Fuchs en Viena, uno de los cuales es un reconocido pintor académico, otro es organista en la capilla de música de la corte, y otro un alto funcionario en el ministerio de comercio.»

Fuchs compuso dos obras para viola y piano. La sonata op.86, en tres movimientos fue escrita probablemente en 1899, aunque publicada en 1909, y estrenada en 1912 por Max Reger, quien la interpretó al piano junto con su propia sonata op.107. Es una muy interesante sonata del último romanticismo que debe mucho a su mentor, Brahms, fallecido dos años antes. Las 6 Phantasiesücke op.117 fueron compuestas y publicadas en 1927, el año de su muerte y son una serie de estilizadas danzas que parecen mirar con nostalgia desde el final de su vida hacia el siglo anterior. Los enlaces a sus obras pueden escucharse en la página a él dedicada: AQUÍ.

Es posible que ninguno de los compositores mencionados en estas dos entradas pueden resistir una, por otro lado injusta, comparación directa con las grandes composiciones de Schumann o Brahms, pero sus obras forman parte del repertorio y la historia de la viola, y como tales es conveniente y necesario prestarles la debida atención. Como bien dijo Brahms en la ocasión referida más arriba, «hay muchas habitaciones en la casa del Padre».

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